Reflexiones sobre el «Taller para Manejo y Conservación de Manglares».

Por: Peggy Sundstrom

| 12 de Mayo de 2015

A medida que nuestras tres pequeñas embarcaciones remontaban Ría Celestún, vimos en la distante   línea de costa emerger una sombra desordenada de coral. Se trataba de flamencos americanos, miles de ellos. Se encontraban en las aguas someras del estero, vadeando, alimentándose, acicalándose y comunicándose unos con otros. Observamos a otros volar con sus cuellos largos extendidos y recogiendo sus patas. Espléndidas alas de color rosado con las puntas negras, las aves lucían agraciadas, a pesar de lo aerodinámicamente inestables que lucían hasta el momento del aterrizaje cuando metían sus patas en el agua entre los otros flamencos. Nos encontrábamos cautivados observando el continuo movimiento tanto de la enorme parvada como de los individuos, de una parte a otra del estero.

Los observadores de las tres embarcaciones eran miembros y socios patrocinadores de Ducks Unlimited (DU), que es una organización de conservación de los principales humedales de Norteamérica, cuya misión es la conservación de los humedales y sus hábitats asociados a lo largo de Estados Unidos, Canadá y México. Estuvimos en la Reserva de la Biósfera Ría Celestún en la península de Yucatán participando en el Primer Taller para Manejo y Conservación de Manglares para aprender sobre el trabajo tan relevante que Ducks Unlimited de México (DUMAC) ha realizado en el sitio. A lo largo de 40 años, DUMAC ha llevado a cabo trabajos enfocados en la conservación de los hábitats que usan las aves acuáticas migratorias, los playeros y otras especies, como el flamenco americano, todas ellas, dependientes en alguna parte de sus ciclos vitales, tanto del manglar como de otros humedales en México.
Nuestra salida de campo en Ría Celestún formó parte del Primer "Taller para Manejo y Conservación de Manglares", el cual se trató de un curso intensivo de tres días sobre los retos y oportunidades asociados con la conservación de los manglares en México.   
   
El "Taller para Manejo y Conservación de Manglares" es una idea original de Eduardo Carrera González, director nacional ejecutivo y CEO de DUMAC. La idea es muy simple: involucrar a los conservacionistas comprometidos en un diálogo de experiencias sobre el trabajo vital que representa la protección de los ecosistemas de manglar. Estimulando así el interés y mejorando su entendimiento sobre los trabajos realizados por DUMAC y los resultados más sobresalientes de éstos y por ende, generar un mayor financiamiento para lograr la misión de DUMAC. Una propuesta sencilla con el potencial para un gran impacto. Involucrando, primero a la mente y después al corazón.  Implicar el corazón y la pasión evolucionará en acción.

Nuestro pequeño grupo de 15 personas viajamos desde Estados Unidos y Canadá para, acompañados del personal de DUMAC, conocer el Centro de Investigación y Capacitación en Recursos Naturales "John E. Walker" que se encuentra adyacente a las 60,700 hectáreas de la Reserva de la Biósfera Ría Celestún. La instalación John E. Walker sirve como sede de la mayor parte del trabajo de campo y para la capacitación sobre el manejo de recursos naturales apoyado por DUMAC y ahora también funciona como sede del "Taller para Manejo y Conservación de Manglares". Nuestro grupo se encontraba conformado por personas de una amplia variedad de orígenes, y nuestro interés en los manglares nos llevó a participar en dicha experiencia que se lleva a cabo en una parte de la península de Yucatán que no suele ser visitada por los turistas.

Mi esposo, Mike Anderson, y yo decidimos asistir al "Taller para Manejo y Conservación de Manglares" debido a que teníamos curiosidad por conocer el trabajo de DUMAC para la restauración de los manglares. Nosotros nos encontrábamos familiarizados con el trabajo que realiza Ducks Unlimited en Estados Unidos y Canadá debido a que pudimos ver el trabajo de restauración, tanto en progreso como finalizado exitosamente, en nuestro estado de residencia, Colorado, y en la región de las praderas de Pothole de las grande planicies norteamericanas de Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, nunca habíamos visto un manglar y por lo tanto nos encontrábamos poco familiarizados con los desafíos de la conservación,  preservación y restauración de estos humedales para las generaciones futuras. Así que decidimos volar a Mérida, unirnos a nuestros compañeros conservacionistas y viajar a Celestún para tener una perspectiva tanto de los ecosistemas de manglar como de los trabajos de restauración en los mismos,  realizados por DUMAC.

Nuestro objetivo para el fin de semana era aprender sobre el valor de los manglares como ecosistemas y su contribución a la ecología y biodiversidad única de México. En una discusión muy interactiva en el salón de clase, aprendimos que México cuenta con, aproximadamente el 6% de los humedales remanentes en el mundo (3.3 millones de hectáreas). Muchos de los humedales del mundo-más del 60%- se han perdido en los últimos 100 años, principalmente por el desarrollo económico y otras actividades humanas. En México, las planicies intermareales que conforman una gran parte de los humedales del país, proveen de hábitat para más del 70% de las especies de aves acuáticas invernantes, incluyendo 84% de la población continental de la cerceta de alas azules (Anas discors), 35% de los patos cabeza roja (Aythya americana) y un significativo porcentaje de la población de pato golondrino (Anas acuta) y del pato calvo (Anas americana); así como seis especies de patos que se reproducen en México, como lo es el pato pijije ala blanca (Dendrocygna autumnalis). Más de la mitad de los manglares de México, incluyendo los que comprenden la Reserva de la Biósfera de Ría Celestún, se pueden encontrar a lo largo de la costa del Golfo de México. Estos humedales son considerados de suma importancia, tan es así que la Convención Internacional de Humedales RAMSAR ha nombrado a la Reserva de la Biósfera de Ría Celestún  como un "humedal de importancia internacional", lo que significa que dicho humedal es sumamente valioso no sólo para México, sino para toda la humanidad.

Pero ¿qué es lo que hace a los manglares tan importantes? Como nosotros aprendimos durante el "Taller para Manejo y Conservación de Manglares", los humedales, en general, son vitales para controlar inundaciones, limpiar el agua y como hábitat para una gran cantidad de especies. En muchas áreas son sitios importantes para la recreación. Los manglares, juegan un papel de suma importancia en el mantenimiento de la integridad del ecosistema costero y de la biodiversidad. Los mangles son árboles adaptados para tolerar la salinidad del mar y los bajos niveles de oxígeno; también pueden soportar grandes fuerzas naturales como los huracanes o inundaciones, protegiendo a su vez, tierras adentro.
Como Jorge Cerón (biólogo y supervisor de proyectos de DUMAC) nos comentó, las amenazas que enfrentan los mangles en México son tanto de índole natural como antropogénica. Las tormentas tropicales y huracanes tienen un alto costo para los humedales costeros. Sin embargo, las actividades realizadas por el hombre son las que tiene una mayor incidencia en el deterioro de los manglares y son también las amenazas que pudieran prevenirse con mayor frecuencia. El desarrollo económico es, probablemente, la actividad con un mayor impacto negativo en los manglares. Alrededor del 60% de la población de México se encuentra asentada en humedales o áreas adyacentes, y en un país con grandes retos socio-económicos  como éste, la mayoría de las inversiones económicas son bienvenidas, sin importar las repercusiones que pudieran tener en el ambiente. La expansión de la mancha urbana, la construcción de caminos y la acuacultura de camarón son de las actividades que mayormente repercuten en los humedales.

Durante nuestra primera salida de campo en el "Taller para Manejo y Conservación de Manglares", pudimos ver de primera mano el impacto negativo en el manglar que tiene la construcción de caminos. Ya que dichas construcciones alteran el  intercambio natural de agua entre el estero y el mar. La Península de Yucatán no presenta ríos o lagos. El agua de lluvia fluye a través  de canales subterráneos hacia la costa, debido a la topografía con pendientes suaves que presenta la región.  Ésta agua es medular en el mantenimiento del buen estado de los humedales y nutre a la vegetación costera que se caracteriza por la presencia de tres especies de mangles: el mangle rojo (Rizophora mangle), el mangle blanco (Laguncularia racemosa) y el mangle negro (Avicennia germinans), cada uno menos tolerante a la salinidad que su antecesor.

Cuando el flujo de agua dulce es interrumpido o alterado por actividades humanas como la construcción de caminos o la construcción de diques, el humedal pierde dicho aporte de agua, el cual es importante para el mantenimiento del mismo. La lluvia por sí misma, no puede reemplazar el flujo natural de agua dulce que es necesario para mantener los humedales costeros, lo que ocasiona una mayor salinidad en el humedal. La exposición a salinidades altas causa un estrés fisiológico en los manglares lo que posteriormente conduce a la muerte de los mismos, De igual forma que muere el manglar lo hacen las otras plantas presentes en el sistema. A medida que el sistema se degrada lo hacen también las poblaciones de fauna que dependen de él.

Una solución aparentemente sencilla sería construir caminos con suficientes alcantarillas y otras estructuras de manejo de agua que permita el continuo intercambio de agua. Pero en un país con poco financiamiento para el desarrollo económico y necesidades básicas en muchas áreas, ésta solución tan sencilla es comprometida por  la escasez de recursos y la necesidad de hacer las cosas de una manera más práctica. Después de todo, ¿qué es más importante? ¿construir un camino para mejorar  las oportunidades económicas de una comunidad pesquera, o mantener la integridad de los ecosistemas de humedales? ¿construir un nuevo desarrollo turístico a la orilla del mar? que abre oportunidades de trabajo que tanto se necesitan o ¿asegurar las áreas de invernación de las aves acuáticas migratorias?

La respuesta por supuesto es que tanto como el crecimiento económico como la preservación del hábitat son necesarios y deseables. Los que se considera pertinente en el momento pueden ser más barato a corto plazo pero es por mucho, más costoso en el largo plazo. Hemos estado expuestos a esta lección a través de América del Norte donde los beneficios del desarrollo han sido puestos sobre los costos del medio ambiente. Pero en ningún lugar esto es más crítico que en México.

Como aprendimos de Eduardo y la gerente general Gabriela de la Fuente, el 45% de los humedales en México están amenazados por el desarrollo atropogénico. El impacto a corto plazo es la pérdida de hábitat. Los impactos a largo plazo incluyen la reducción de la diversidad de especies y de la biomasa crítica para el secuestro de carbono y la mitigación del cambio climático, por ejemplo. Por otra parte, la destrucción de los manglares tiene un impacto significativo en la pesca comercial y deportiva. Casi el 80 % de la captura comercial se toma cerca de la costa, y las raíces entrelazadas de los bosques de manglares son hábitat de crianza ideal para muchas especies de peces e invertebrados capturados con fines comerciales o deportivo. En promedio, cada hectárea de manglar es, en última instancia, responsable de la producción de más de 317 Kg de mariscos cada año.

Mientras miembros de nuestro grupo discutían, con cocteles debajo de la palapa del centro John E. Walker, la ironía es de cómo los tipos de desarrollo que se necesitan tan desesperadamente en México para impulsar la calidad de vida y las oportunidades económicas,  pueden dañar los frágiles hábitats de los que otras actividades productivas dependen. La pregunta es cómo equilibrar la necesidad económica con la conservación del hábitat. Nuestra discusión esa noche se centró en el desafío constante que enfrentan las organizaciones como DUMAC: ¿cómo conservar el hábitat en un país con problemas sociales y económicos más apremiantes como la pobreza, el desempleo, la corrupción y otros problemas? ¿Es posible para una organización como DUMAC hacer una diferencia significativa?

La respuesta es sí, como ejemplo del éxito, DUMAC ha promovido la educación ambiental, desarrollando capacidad profesional en el manejo de hábitats, incrementando habilidades de investigación ambiental en el país e influenciando en la política pública. Un principio fundamental de DUMAC es involucrar a los funcionarios y las comunidades locales en la ejecución de su misión de conservación. Los programas educativos de DUMAC son un ejemplo de ello. Durante 25 años el Curso de Capacitación RESERVA sobre conservación de recursos naturales, ha estado capacitando a profesionales de todo México, América Latina y el Caribe en estrategias que mejoran la conservación de los recursos naturales en la región. Los talleres de Educación Ambiental enseñan a maestros sobre la conservación de los humedales para que puedan pasar ese conocimiento a los jóvenes a través de programas escolares. En los talleres de aves acuáticas y humedales participan profesionales de los gobiernos federales, estatales y agencias municipales en el diálogo y la resolución de problemas estratégicos de manejo de los humedales y las aves acuáticas.

Es importante destacar que, en nuestro viaje de campo a la zona de los humedales Dzinitun dentro de la Reserva de la Biosfera Ría Celestún, vimos el impacto de los trabajos de DUMAC en la restauración del hábitat. Más de 120 hectáreas de manglares se están recuperando como resultado de la restauración hidrológica natural. El trabajo de restauración constituyó la construcción de más de 8 kilómetros de canales excavados a mano por los trabajadores locales, los cuales aportan agua dulce a los humedales, la instalación de estructuras de control de agua para controlar el flujo de agua salada hacia los humedales, y el trabajo artesanal de pozos para traer agua dulce a la superficie desde los canales subterráneos. Los resultados de este trabajo son áreas anteriormente devastadas, ahora floreciendo de nuevo.

Durante nuestro viaje de campo hicimos lecturas de salinidad que, claramente mostraban la diferencia que ha causado el agua dulce traída de los canales en áreas previamente diezmadas por la incursión de agua salada.  Las imágenes del "antes y después" son sorprendentes. Un área previamente despojada con troncos de mangles muertos ha sido restaurada por un paisaje lleno de vida. Hemos observado decenas de propágulos de mangle dispersos por las zonas restauradas, los más cercanos a las fuentes de agua dulce ya habían crecido como dos metros.

Este dramático ejemplo de restauración del hábitat se volvió más obvio cuando comparamos otras áreas restauradas en diferentes puntos en el tiempo. Áreas más cerca a los canales de agua dulce y los pozos estaban alfombrados con plantas de primera generación como la Salicornia sp. y otras plantas halófitas o halotolerantes; las áreas que se encontraban más lejos del agua dulce fueron menos densas. Sin embargo, en comparación con las zonas aún no restauradas, la transformación fue sorprendente. Esta solución se vuelve más difícil por las complejidades culturales y económicas en los esfuerzos de conservación en México.

El paisaje natural en esta parte del mundo es indudablemente hermoso. Además de los flamencos Americanos, nuestro viaje hasta Ría Celestún reveló decenas de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis), rálidos (fam. Ralidae), monjitas (Himantopus mexicanus), garcetas y garzas (fam. Ardeidae). Las bandadas de cerceta de alas azules (Anas discors) sobrevolaban la zona y peces pequeños nadaban en círculos y chapoteaban en la superficie del agua cálida. Más de 300 especies de aves han sido identificadas dentro de la Reserva de la Biosfera Ría Celestún. Incluso vimos un cocodrilo bajo la sombra de los manglares, pero mantuvimos una distancia respetuosa. Este ecosistema y otros en México, sostienen una increíble variedad de plantas y animales, y se hizo muy claro por qué la conservación del hábitat es un objetivo tan vital.

Al mismo tiempo, durante el "Taller para Manejo y Conservación de Manglares" vimos evidencia de que la pobreza es muy familiar en esta parte del mundo. De acuerdo con la agencia de desarrollo social CONEVAL del gobierno de México, en el 2012 casi la mitad de todas las personas en México vivía en la pobreza y cerca del 10 % en pobreza extrema. La pobreza se define como vivir con no más de 2,329 pesos mensuales (unos US $183) en las ciudades, y de 1,490 pesos mensuales (unos $117 dólares) en las zonas rurales. El punto de referencia para la pobreza extrema era 1,125 pesos al mes (unos $88 dólares) en ciudades y 800 pesos al mes (unos $63 dólares) en el campo. Por otra parte, sólo alrededor del 35% de los adultos mexicanos mayores de 25 a 64 años han completado la escuela secundaria y el acceso a la educación es una preocupación importante para el gobierno.

Dado estos importantes desafíos socioeconómicos, contemplamos el futuro de la restauración del hábitat en Yucatán y otras áreas amenazadas de humedales en México mientras cenamos pescados y mariscos locales. ¿Es razonable esperar que ese trabajo continúe y amplíe de manera significativa? Nuestra conclusión fue que este tipo de trabajo es vital y debe continuar por la salud del planeta y el legado de nuestros hijos.

Con el generoso apoyo financiero de grupos como Bisbee’s Fish and Wildlife Conservation Fund, además de las contribuciones de cientos de donantes individuales, como mi marido y yo, DUMAC está demostrando que los ecosistemas de manglar y el desarrollo económico pueden coexistir. Se necesita más educación acerca de las consecuencias que puede tener el no conservar en buen estado a los humedales, junto con la planificación y la construcción reflexiva, así como la consideración de objetivos a largo plazo en lo que respecta a la intersección de las actividades humanas y paisajes naturales. Los ecosistemas de manglares mexicanos están amenazados, pero aún se pueden tomar medidas. Todo lo que se necesita es tiempo, dinero y la voluntad de hacer lo correcto por nuestros recursos naturales. Como el mensaje que DUMAC extiende, convirtiendo la pasión en más acción, los manglares vibrantes pueden continuar promoviendo el bienestar de cientos de especies, así como el sustento económico del pueblo mexicano.

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